“¿Aló?
Koekiemonster? ¿Cómo estás? In de was? Sí, goed. Tot gauw!”
Una de mis hijas pretendía estar hablando por teléfono con
el Comegalletas. Justo había cumplido los 2 años unos días antes. Probablemente
éste fue el primer ejemplo claro de su conocimiento ya adquirido tanto del
Español como del Holandés, y de su capacidad de usar ambos idiomas en la misma
frase de forma fluida y sin dudar. Desde ese momento, las habilidades del
idioma se han desarrollado a un ritmo impresionante, y ambas niñas me
sorprenden cada día con nuevas palabras y frases aprendidas, en ambos idiomas.
El desarrollo del lenguaje en los primeros años de la
infancia siempre es algo maravilloso para presenciar. Los cambios rápidos de
sonidos de bebé a primeras palabras a un preescolar que habla (¡y entiende!)
más y más cada día son bastante sorprendentes. Pero cuando hay dos o más
idiomas, es aún más asombroso ver cómo los niños pequeños se adaptan tan fácilmente
a un ambiente multilingüe y desarrollan sus habilidades del lenguaje en todos
los idiomas al mismo tiempo. Cuando mis niñas apenas habían cumplido 2 años,
nos dimos cuenta que ya entendían bastante de lo que les decíamos, tanto en
español como en holandés. Muchas de sus primeras palabras fueron en holandés
(que es el idioma que yo hablo con ellas), pero con el tiempo empezaron a
aparecer más palabras en español (aprendidas de papá o de la guardería) y
alrededor de su segundo cumpleaños principalmente hablaban una mezcla de ambos
idiomas como en el ejemplo arriba – muy divertido para mamá pero no tan
comprensible para otras personas, incluyendo papá. Sin embargo, apenas unos meses después ya
empezamos a notar que estaban aprendiendo a diferenciar entre los dos idiomas.
Cuando tenían 2 años y medio, no sólo sabían perfectamente a quién tenían que
hablarle en qué idioma, sino que además empezaban a traducir: cuando yo les
decía algo en holandés mientras había algún familiar o amigo hispanohablante
presente, ellas lo traducían para que la otra persona también pudiera entender.
Cuando la maestra en la guardería me contaba (en español) de algo que le había
pasado a una de las niñas ese día, ellas rápidamente me contaban lo mismo en
holandés. Aunque me escuchaban hablar todo el día en español con mi esposo y otras
personas en nuestro alrededor, aparentemente sentían que tenían que traducir al
holandés ya que ese es el idioma que ellas usan cuando hablan conmigo. En algún
momento en los últimos meses hasta
empezaron a hacer bromas relacionadas al idioma: a veces hablan en
holandés en la guardería y si las maestras les dicen que tienen que hablar en
español si quieren que les entiendan, se ríen y contestan en perfecto español:
“No, en holandés!”. A mí a veces me dicen alguna palabra en español y cuando
les digo o pregunto cómo se dice en holandés, simplemente siguen repitiendo la
misma palabra en español, riéndose y dejando bastante claro que saben
perfectamente cuál es la palabra correcta en holandés.
Ahora, con 3 años recién cumplidos, mis niñas hablan mucho más que hace unos meses y sé que hablarán aún más en
las semanas, los meses y años que vienen. Me siento tan feliz por poder ser
testigo de su desarrollo del lenguaje, de verlas crecer no sólo en altura sino
también en su habilidad de usar sus dos idiomas para comunicarse entre ellas,
con nosotros y con la gente en nuestro alrededor. Me siento tan afortunada de
poder ver y escuchar cómo experimentan con palabras, frases, conjugación de
verbos e intercambiando y mezclando idiomas. Me siento muy afortunada también
por poder darles la posibilidad de ser bilingües, por poder enseñarles el
idioma minoritario y ver que – al menos por ahora – su idioma “minoritario”
sigue siendo su favorito. Estoy determinada de continuar con este proceso
continuo de aprendizaje para ellas y para mí, de continuar esta aventura de la
crianza de dos niñas bilingües y de no sólo enseñarles mi idioma sino que
también todo lo que viene con eso: cultura holandesa, el contacto con nuestra
familia en Holanda, mis propios recuerdos de haber crecido allá y tantas otras
cosas que ellas podrán aprender y vivir simplemente porque es “parte del
paquete” de tener una mamá holandesa mientras crecen en Costa Rica. Sé que en
algún momento el idioma mayoritario se convertirá en su manera preferida de
comunicación, pero espero poder convencerlas de que sigan hablándome a mí en
holandés, enseñarles no sólo a hablar sino también a leer y escribir en
holandés y asegurarme de que sigan usando mi idioma en muchas maneras
diferentes. Sé que será un desafío, que habrá momentos difíciles y que
requerirá mucho tiempo y esfuerzo de mi parte, pero también sé que los
beneficios a largo plazo para las niñas (y para mí misma y mi familia) harán
que todo valga la pena. Simplemente escuchar a mis dos niñas hablar entre ellas
en holandés a pesar de haber nacido y estar viviendo en Costa Rica me convence
cada día de que debo continuar con lo que empecé desde el momento en que aún
estaban creciendo dentro de mí: ese
momento cuando empecé a hablarles y cantarles en holandés. Pensé que sería un
poco incómodo porque ya estaba acostumbrada a hablar en español todo el tiempo,
pero desde el momento en que esas dos pequeñas criaturas estaban creciendo
dentro de mí y aún más después de que nacieran, sentí 100% natural el hablarles
en holandés, y sólo en holandés. Es, después de todo, mi lengua materna – y
espero que lo será para ellas, también.
¿Quisieras leer más sobre mis experiencias en esta aventura
de la enseñanza de un segundo idioma a mis hijas? En futuras entradas hablaré
de los beneficios, mitos y desafíos de la crianza de niños bilingües, así como
de mis propias experiencias e historias divertidas de todos los días. Y por
supuesto, ¡no dudés en compartir tus propias experiencias en un comentario
abajo!
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