18 de abril de 2005
Mis dos maletas están completamente llenas de mis pertenencias más
importantes, así como las cosas que necesitaré primero. Ocho cajas llenas de
otras cosas cuidadosamente seleccionadas serán enviadas como carga. Todo lo que
no entró en estas cajas y maletas se desechó, se regaló o se vendió. Comprar un
tiquete de avión es fácil, pero una vez que estás ordenando, seleccionando y empacando
resulta ser una tarea bastante grande, eso de empacar todas tus cosas para
emigrar. ¿Qué necesitaré y qué no, qué quisiera guardar, qué se puede ir, qué
será mejor que compre nuevamente una vez que esté allá? Decisiones complicadas.
Y una vez que todo está seleccionado y empacado, sentimientos encontrados. Contenta
y aliviada porque ya está listo, pero al mismo tiempo también se convierte en
algo ya mucho más definitivo cuando veás primero esas cajas y luego también las
maletas en el pasillo.
Y entonces llega ese día que has esperado por tanto tiempo con
sentimientos principalmente positivos pero también un poco encontrados. 18 de abril de 2005. La fecha en mi
tiquete de avión. En mi agenda. In mi cabeza. La fecha de mi salida de
Holanda. Pasaje de una vía a Costa Rica. Bueno, en realidad compré pasaje de
ida y vuelta, pero únicamente porque era más barato que un pasaje sólo de ida
(nunca entenderé esos precios de tiquetes de avión…) Una vocecita en la parte
trasera de mi cabeza me dijo que aún podría usar ese viaje de vuelta, en caso
de que resultaran ser un completo desastre esas primeras semanas. No era la
idea, por supuesto – si mandás ocho cajas de carga obviamente no estás
planeando volver a casa en unas semanas. Mi plan era claro: ir a Costa Rica
para quedarme allá y empezar una nueva vida. ¿Volver a Holanda? Definitivamente, en un tiempo, para visitar familia,
vacaciones… pero no para quedarme. Pero igual, uno nunca sabe, de alguna
forma me daba un poco de tranquilidad saber que ese viaje de vuelta estaba
comprado... a pesar de estar 99,9% segura de que no lo usaría.
Además de las muchas horas seleccionando y empacando cosas, las últimas
semanas se habían llenado de momentos de despedida. Colegas, amigos, familia,
gente que tal vez nunca más volveré a ver, gente con la que a partir de ahora
sólo me volveré a encontrar por un rato cada cierto tiempo. Si desde tus dieciséis
años las personas más importantes para vos han estado por todo el mundo ya
sabés cómo son las despedidas, pero desafortunadamente toda esa experiencia no
hace que las despedidas sean más fáciles. Pero ésta es una despedida con sentimientos encontrados: triste por un lado, pero
al mismo tiempo feliz por lo que me espera, finalmente convertiré mi sueño en
realidad.
Y entonces llega el momento. 18 de abril de 2005. Esa fecha, vista
tantas veces, esperada por tanto tiempo, pero ahora de pronto muy cerca. Es muy
temprano, afuera aún está oscuro. Mis maletas ya en el carro. Antes de subirme
yo también, falta la despedida que años después aún recordaré como el momento
más difícil antes de mi salida. Mi hermano
en la puerta, junto con mi cuñada. Lágrimas en mis ojos. Lágrimas en sus
ojos. Sólo en ese momento me doy cuenta de que él será quien más falta me hará.
El viaje a Schiphol, un poco más de tiempo con papá y mamá y luego
también sigue esa despedida – el último momento difícil antes de dar el paso
final. Sé muy bien que para ellos es más difícil que para mí, pero espero que
puedan entender y aceptar mi decisión – tal vez no hoy, pero algún día. Una vez
más digo adiós con la mano y luego paso por aduanas, hacia la puerta de
embarque, hacia el avión. Hacia mi destino final: Costa Rica.
18 de abril de 2015
Dos torogoces en nuestro patio |
Miro y veo a mis dos niñas detrás de la reja de su área de juego con un
poco de zacate en sus manos. “Es zacate”, contesto, aunque sé que ellas ya lo
saben muy bien. “Mirá mamá, zacate,
para vos! Para comer!” Riéndose meten sus manitas con zacate por la reja. Qué
bonitas son y qué grandes están. Recuerdo como si fuera ayer lo pequeñas que
eran justo después de nacer. Seis semanas prematuras, ambas apenas dos kilos. Y
ahora, dos niñas de dos años y medio que cada vez más demuestran sus propias
personalidades únicas y empiezan a ser cada vez más independientes (“¡Solita!”)
Definitivamente no es fácil, cuidar primero a dos bebés y ahora a dos niñas
pequeñas a la vez. Pero al mismo tiempo es una riqueza increíble. Qué feliz me
siento cuando las veo jugar y reírse juntas. Y cuando veo cómo disfrutan jugar
en nuestro patio, rodeadas de tanta naturaleza bonita.
¿Ya tenía esta imagen en mente cuando me subí a ese avión hace diez
años? ¿Me había podido imaginar en ese momento que diez años después mi vida
sería así? Sí tenía algunas ideas y deseos pero por supuesto no sabía cómo resultaría
todo. ¿Que estaría casada y tendría
hijos? Sí, probablemente. ¿Gemelas? No, eso fue una sorpresa total. ¿Que
tendría una casa en un pueblito en las montañas con un patio grande? No, yo esperaba
quedarme en o cerca de San José, pero ahora me siento increíblemente feliz de
que hayamos encontrado este lugar hace años y que por suerte en ese momento
tuvimos la oportunidad de comprar la tierra y de construir nuestra casa en los
años siguientes. ¿Que aun estaría en Costa Rica? Sí, ese era el plan desde el
primer instante, aunque en ese entonces tal vez no estuviera completamente
segura si resultaría de esa manera.
Diez años ya desde ese momento en que me subí al avión, diez años desde
que llegué por cuarta vez a Costa Rica, pero ahora para quedarme. Tantas cosas
pasaron en los últimos diez años, tantas experiencias nuevas y recuerdos
especiales, tanto ha cambiado en mi vida pero también tanto se ha mantenido
igual. Las personas que juegan el papel más importante en mi vida siguen ahí,
algunos ahora muy cerca, otros ahora a la distancia, pero igual o más
importantes que hace diez años. Además de aquellos que ya estaban ahí, hace unos años llegaron dos nuevas personitas, y cómo me hacen feliz. Espero con
ilusión los próximos diez años con mis hijas, mi esposo y otros a mi alrededor. ¿Cómo será mi vida en diez años? No lo sé.
¿Aun estaré en Costa Rica? Probablemente sí, pero no te diré que estoy
100% segura. Después de todo, nunca sabés qué te dará la vida…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario